¿Qué es el efecto invernadero?

La temperatura del aire en la superficie terrestre resulta del balance entre la energía que llega al planeta a través de la radiación solar, y aquella que se pierde por enfriamiento, principalmente mediante radiación infrarroja..

El sol es la fuente externa de calor de la Tierra. Cuando su superficie es alcanzada por la radiación solar, una parte de ella es absorbida por la atmósfera y reflejada por las nubes y las superficies terrestres y acuáticas. La radiación remanente es absorbida por la superficie terrestre, calentándose y entibiando la atmósfera, generándose a su vez, la emisión de radiación infrarroja invisible. Mientras que la atmósfera es relativamente transparente a la radiación solar, pequeñas cantidades de gases presentes en ella –conocidos como gases de efecto invernadero, GEI– absorben la radiación infrarroja emitida por la Tierra, actuando como un manto que previene el escape de esta radiación hacia el espacio, provocando, entre otros efectos, el calentamiento de la superficie terrestre. Este es el llamado efecto invernadero, el cual ha operado en la atmósfera de la Tierra por billones de años, debido a la presencia de los GEI naturales: el vapor de agua, el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4), el óxido nitroso (N2O) y el ozono (O3). Si no existiesen estos gases, la temperatura promedio de la Tierra sería 30 ºC más baja que en la actualidad, haciendo la vida imposible.

Sin embargo, aumentos en las concentraciones de los GEI alteran el balance de radiación de la Tierra, resultando en un “forzamiento radiativo positivo” que tiende a calentar la baja atmósfera y la superficie terrestre. Este es el efecto invernadero inducido, cuya magnitud dependerá de la proporción del aumento en la concentración de cada uno de los gases de efecto invernadero, de las propiedades radiativas de los gases involucrados y de las concentraciones de otros GEI ya presentes en la atmósfera.

Actualmente, existe gran preocupación porque el aumento de la concentración atmosférica de estos gases por actividades humanas (principalmente CO2 proveniente de la quema de combustibles fósiles), podría intensificar el efecto invernadero natural, llevando a un aumento en las temperaturas y a un cambio asociado en el clima mundial, lo que podría traer consecuencias insospechadas para la humanidad.

 
Acciones Internacionales

La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC -http://unfccc.int/2860.php/) es el primer instrumento internacional legalmente vinculante que trata directamente el tema del cambio climático. Fue abierta para firmas en la Cumbre de Río de Janeiro (1992), ocasión en la que 155 países la firmaron, entre ellos Argentina.

La CMNUCC tiene como objetivo último: “la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropogénicas peligrosas en el sistema climático. Ese nivel debería lograrse en un plazo suficiente para permitir que los ecosistemas se adapten naturalmente al cambio climático, asegurar que la producción de alimentos no se vea amenazada y permitir que el desarrollo económico prosiga de manera sostenible.”

Para el logro de este objetivo central la CMNUCC establece una serie de compromisos -teniendo en cuenta las responsabilidades comunes, pero diferenciadas, de los países que han adherido a la misma- los cuales deben ser primeramente cumplidos por los países cuya responsabilidad histórica en el agravamiento del problema global es más relevante. Los países en desarrollo, como es el caso de Argentina, tienen la responsabilidad de acompañar el proceso de mitigación del calentamiento global. El órgano supremo de la CMNUCC es la Conferencia de las Partes (COP), que se reúne periódicamente para efectivizar la implementación de la Convención.

Dado que -pese a que se esperaba que los países industrializados comenzaran a tomar medidas de mitigación que revirtieran la tendencia histórica del aumento en la concentración de GEI en la atmósfera- no se lograban avances significativos en cuanto a la reducción de emisiones de GEI, se decidió en la COP 1 (Berlín, 1995) la redacción de un protocolo con compromisos cuantificados de reducción de emisiones para los países desarrollados.

El Protocolo de Kyoto

En la COP 3, realizada en Kyoto en diciembre de 1997, se adoptó el llamado Protocolo de Kyoto, instrumento legalmente vinculante que establece principalmente compromisos más estrictos de reducción y limitación de emisiones de GEI para los países desarrollados (listados en el Anexo 1 de la Convención), y un calendario determinado para cumplir dichos compromisos. El acuerdo principal fue la reducción conjunta –en al menos un 5%– de las emisiones de GEI para el período 2008-2012, comparadas con los niveles de 1990 (expresadas como emisiones de CO2 equivalentes), en cuotas específicas para cada país desarrollado. El Protocolo de Kyoto entró en vigor el 16 de febrero de 2005 gracias a la ratificación del gobierno de Rusia.

Mecanismo para un Desarrollo Limpio

El Mecanismo para un Desarrollo Limpio (MDL - http://cdm.unfccc.int/) fue establecido en el artículo 12 del Protocolo de Kyoto, como una actividad de proyecto que permita reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Su propósito es doble: por un lado, ayudar a los países en desarrollo a lograr un desarrollo sostenible y contribuir al objetivo último de la Convención, y por el otro, ayudar a los países desarrollados a dar cumplimiento a sus compromisos cuantificados de limitación y reducción de emisiones contraídos en el Protocolo de Kyoto, a través de la transacción de certificados de reducción de emisiones (CERs).

El Protocolo de Kyoto cubre las emisiones de seis Gases de Efecto Invernadero (GEI): dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxido nitroso (N2O), hidrofluorocarbonos (HFCs), perfluorocarbonos (PFCs) y hexafluoruro de azufre (SF6).